De frente, desde donde podemos observar ahora a Dani, no podemos estar seguros de lo que sucede a su espalda. Creemos adivinar algo oscuro sobre su hombro, una sombra, una mata de pelo lacio, pero tal vez se trate de nuestro temor a que le pase algo al chico. Es la clase de situación en la que nos gustaría gritar a la pantalla y avisarle: «¡Date la vuelta! Lo tienes detrás de ti, ¿es que no lo oyes?».
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