Todo lo que puedo dar

(...) la gente no deseaba descansar, estaban asomados a la vida mientras ese virus corría entre ellos con la libertad de ser invisible, usando los instintos humanos que muchos no podían evitar.

Nadie era especial y a la vez todos lo parecían según el prisma desde que se observase.

—Vive todo lo que puedas, tú que tuviste suerte de no ser juzgado antes de morir. Dios te bendiga porque, digan lo que digan, lo hará si lo que hay en tu corazón es amor.

La libertad debería ser el bien más preciado de un artista, para evitar la salvaje desgracia de la indiferencia y la falta de huella.

Todos los que cuentan historias las adaptan a sus sentimientos, [...].

Los fantasmas del pasado siempre vuelven cuando no se les deja ir como se merecen.