La cendra

A través de la primera persona del singular, la Filo, la protagonista de esta novela del autor catalán Guillem Viladot, publicada en 1972, nos describe el ambiente de opresión en la que vive constreñida desde su más tierna juventud. Un ambiente opresivo que se relaja un tanto durante los años de la Guerra Civil Española, pero que se recrudece durante la postguerra. Es un ambiente opresivo circunscrito a una época, pero también a un lugar, a un pueblo. Un ambiente opresivo que conduce a la neurosis, a una inestabilidad mental estrechamente relacionada con una inestabilidad del cuerpo, de la salud física. Cuerpo y mente enferman, se convierten en cenizas, en “cendra”, y solo mediante la huida, el alejamiento del ambiente opresivo del pueblo, podrán sanar.
Personalmente, a mí Viladot me impresiona más como poeta que como novelista, pero no es nada fácil construir un protagonista femenino desde el monólogo interior y la masculinidad del autor. Y con todo, Viladot se desenvuelve muy bien con el personaje de la Filo, consiguiendo con ella crear una novela de denuncia política, pero sobretodo de denuncia “moral”, denuncia de ese nacional-catolicismo castrante que tanto daño hizo, donde el poder de sugestión del personaje del padre Raül y la represión de la sensualidad iban tan de la mano.
Poco reconocido en el ambiente cultural catalán y menos en el castellano, Guillem Viladot, en “La cendra”, escrita con un leve tono lírico, en ocasiones sarcástico, demuestra que fue un escritor experimental con mayúsculas, que intentaba escapar de todo convencionalismo estilista. Su interés iba más allá de construir la crónica histórica de una época. Leyéndolo uno tiene, a veces, la sensación de estar reviviendo las novelas de la Rodoreda, pero sobre todo las de Joan Salas o de Miquel Llor. Viladot es un autor interesantíssimo que invita a la reflexión y que merecería ser traducido al castellano y a todos los idiomas rápidamente.
Memorables son las palabras del padre de la Filo cuando en un momento dado afirma: “No us alieu mai amb la violència, ni feu mai partit ni bàndol”.
Palabras que después de todo, impulsado por el miedo y el oportunismo, acaba olvidando…
Pero todos deberíamos recordar esas palabras una y otra vez:
“No os aliéis nunca con la violencia, ni toméis partido ni bando”.

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