La sociedad de la nieve

Por eso fomentábamos las bromas, porque estas traen la risa, la risa a la alegría, y la alegría es el síntoma más evidente de la vida.

Por eso dormíamos abrazados: no sólo por el frío. Era para engañar a la soledad.

Esa acción era como ir a una despensa a buscar comida, no había un vínculo afectivo: era alimento.

Esa noche, estoy seguro, envejecí treinta años.

[…] los años pasan pero las sensaciones profundas se mantienen indelebles.

La ciencia, a la que dediqué buena parte de mi vida, es duda; la espiritualidad es fe.

En esa capacidad de adaptación, la mente jugó un papel definitivo; la mente del que se quiere salvar lo salva, pero la mente del que se entrega y dice "yo de acá no salgo y me muero", se muere en una semana.

No era una lista cualquiera. Era una lista de la vida y la muerte.

[…] me di cuenta de que lo que no se dice provoca dolor, y que hablar, cura.

Porque es una historia que el que la escucha se la lleva en el alma: se va con mucho más de lo que llegó.