Mala estrella

No sé si será posible nacer con mala o con buena estrella, lo que sí sé es que hay vidas que dan para un par de libros o tres y que la mayoría de sus protagonistas no han hecho nada malo para merecer semejante cúmulo de desgracias, de abandonos y sinsentidos. Mala estrella no sé, pero mala suerte para dar y regalar.

   Si algo he aprendido de las palabras de Julia Viejo es que los finales suelen no tener pinta de final porque en muchas ocasiones los finales no son necesarios; que detrás de cada puerta cerrada hay una historia, o más de una , y que la imaginación se queda corta cuando se trata de aproximarse a la realidad. 

   Y que @blackiebooks ha vuelto a dar en el clavo porque he visto en mi cabeza cada uno de los lugares que ha pisado Vera; porque he tenido ganas de abrazarla muchas veces y porque no tenía ni idea de quién era Julia Viejo, pero ahora tengo clarísimo que no pienso perderla de vista.

Cuando estaba leyendo “Mala estrella” leí un tuit de su autora bromeando sobre lo difícil que es catalogar a alguien de 13 años. ¿Es una niña o una joven? ¿Preadolescente, adolescente? Lo que está claro es que se trata de una época de mutaciones, de sentirse rara e incomprendida, de dudar de si con el dinero que te han regalado por tu cumple te comprarás ropa o mejor algún juego.

Vera tiene 13 años y se acaba de mudar a un pueblo donde no solo no tiene amigos, sino que su familia está en boca de todo el mundo.

Como si no tuviera bastante con lidiar con niñatos que intentan verle las bragas o comprender qué tipo de relación mantiene con Miguel, compañero con quien comparte besos mudos en el baño del cole, Vera está rodeada de problemas que no deberían constituir preocupaciones para alguien de su edad. Cada día tiene que limpiar pintadas contra una estatua de su fallecido abuelo, el antiguo alcalde, y oír e insultos contra su padre, acusado de corrupción. Vive con la frustración diaria de saber que su madre está internada en un lugar de “reposo” tan cerca de ella, y no poder verla.

A lo largo de la novela acompañaremos a Vera en este amargo verano de dudas, consternación, tiempos muertos y soledad, algo que intenta sortear a través de la creación de un amigo invisible llamado Leo, hombre-monja un tanto bufonesco. Forjará también nuevas relaciones, como la que establece con Miguel y su hermana, que me recordó ligeramente a “La insolación” de Carmen Laforet (¡leedla!); o con Ana y Hattie, que la ayudarán a crecer como persona.

Aunque no me ha llegado a encandilar la novela tanto como a otros lectores, valoro su personal estilo y tono, con esa mezcla entre picardía e ingenuidad, humor y melancolía de la voz narrativa, y esa combinación entre costumbrismo y toques surrealistas.

Y sobre todo, para mí su gran valor es la invención de una creativa imaginería visual, con imágenes tan potentes y significativas como el sarpullido provocado por el colgante refundido, o el montón de muebles desparramados por el jardín, recordatorios constantes de todo lo que está mal en la vida de Vera.

Con solo 13 años, Vera tiene que afrontar el verano más difícil de su corta existencia. Hace unos meses que se ha mudado al pueblo, donde su familia es la comidilla por un escándalo político y su madre está encerrada en una casa de reposo. Además, está en tierra de nadie entre ser niña para algunas cosas pero casi mujer para otras, y carga con el peso de la 'Mala estrella' que la acompaña desde hace generaciones.

Lo reconozco: tengo debilidad por las historias de adolescencia y descubrimiento protagonizadas por voces que rozan la consideración de bichos raros. Quizás sea porque yo siempre me he considerado un poco eso, un bicho raro. O quizás ya que mi adolescencia fue anodina, falta de emoción, de exploración y efervescencia, ahora vivo historias como la ideada por Julia Viejo como si fuese un relato aspiracional a destiempo.

La novela me tenía ganado de inicio, y el clic se hizo realidad desde las primeras páginas. Y todo pese a que me pasé los primeros capítulos buscando que apareciese algo que no llegaba. La sinopsis me daba a entender que habría un tono más fantasioso por la descripción de un personaje (León) que, en realidad, aparece muy bien integrado en la cotidianeidad de Vera. Desde que asimilé que se trataba de una impresión y descarté ese componente, la disfruté incluso más por lo que es, en lugar de por lo que esperaba de ella.

Aun así, es cierto que el componente onírico está ahí. Es una novela donde las imágenes tienen una carga importante y le dan una gran riqueza al texto. A través de ellas conocemos mucho más a Vera, que pasa mucho tiempo refugiada en su propia mente, en parte por la falta de apoyos y en parte también como forma de suplir los silencios que la rodean.

Esos silencios harán que algunas tramas no estén del todo resueltas, pero al estar narrada en primera persona y desde el punto de vista de ella debemos comprenderlo y no exigir que tenga acceso a conocimientos que le son negados sistemáticamente.

Vera es, en conjunto, un personaje muy entrañable, con una voz muy rica y una gran consciencia de sí misma que, lejos de intentar encajar, busca justo lo contrario. Julia Viejo recoge perfectamente en ese carácter solitario (pero que también necesita de apoyos) el cóctel hormonal donde conviven en armonía la frustración, la incomprensión, el despertar sexual, la imaginación o la rebeldía. Su mundo, tanto el real como el ficticio, está lleno de pequeños detalles que nos trasladan a él sin esfuerzos, aunque al igual que Vera, sí querríamos poner todo nuestro empeño para cambiarlo.
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¿Alguna vez han escuchado la expresión de «nacer bajo una mala estrella»? Suele decirse cuando una persona tiende a tener lo que llamamos «mala suerte», esto es lo que podría decirse de nuestra protagonista, y no solo por que nació en un funeral como bien le cuenta su madre.

Vera es una niña de 13 años que nace en el seno de una buena familia o mejor dicho, una familia acomodada, vino al mundo cuando otra persona de su familia lo abandonaba y creció con la leyenda de que en verano siempre se iba alguien de su familia. Por motivos la familia cae en desgracia y Vera se verá forzada a vivir en el pueblo dónde su abuelo fue el alcalde ahora repudiado.

Julia Viejo nos trae una novela maravillosa, Vera cree en la maldición familiar, en la que en verano alguien siempre se va, aunque para mi, la maldición que recae sobre ella es la de la herencia del “pecado”, en ella también recae la responsabilidad de los hechos que realizó su abuelo, al que nunca conoció, y su padre sin tener muy claro al 100% que han hecho, lo que si puede certificar es como la tratan a ella y a su familia los habitantes del pueblo, lo que se cuchichea por lo bajo, los comentarios que los adultos le dicen o los que replican sus hijos de escucharlo de los adultos. El vacío, el aislamiento, el ser señalado.

Una de las cosas que me han gustado es el personaje de Vera, en alguna ocasión se me distorsiona la edad de Vera, y me explico, creo que la razón es que en ocasiones me daba la impresión de leer a una niña de 13 años y en otras ocasiones una adulta, y es que creo que de esa forma se refleja muy bien la transición que esta sufriendo Vera, ese momento en el que estamos en el limbo, ni somos niñas en su totalidad pero tampoco somos adultas, como si dos Veras durante un periodo de tiempo coexistiendo en su interior. También podemos ver el deterioro de una familia cuando le sacude algo como un “escándalo” en una sociedad tan pequeña como es un pueblo dónde todos se conocen y donde los corrillos son como en el patio del colegio, como cada miembro se descompone de diferentes formas y como la estructura familiar empieza a tener las similitudes del deterioro de la propia casa familiar del pueblo mientras Vera intenta ser libre y comienza a buscar esa rebeldía mal llamada bajo mi punto de vista acorde con el limbo en el que vive. Me resulta difícil poderles hablar de esta novela que nos presenta Julia Viejo sin spoilers, tengo tanto que decir, tanto que compartir que necesito que lo lean, para que me escriban y me cuenten sus impresiones, si sintieron lo mismo que yo en ciertas partes del libro, si vemos la misma visión o si no. Solo decirles que ahora miro la calle en busca de una monja en bicicleta por si es León el que pedalea.

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Realismo mágico
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🌊🌪️ Empezamos la historia con una niña y un presagio de muerte, pero no de esos que hacen brujas sino uno que es ya "costumbre familiar"
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🌊🌪️ Debido a una situación algo complicada nuestra protagonista de trece años se va al pueblo
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🌊🌪️ Los silencios que se encuentran esconden muchos secretos, verdades incómodas, tristeza y dramas
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🌊🌪️ Y todo esto sucede entre psiquiatrícos y monjas
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🌊🌪️ Este libro tiene un poder narrativo espectacular, puedes pasar de sentirte triste a alegre, de ver descripciones preciosas a comentarios super bestias
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🌊🌪️ Y así pasas las páginas, cogiéndole cariño a nuestra niña y empatizando con su mundo rodeado de silencios
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🌊🌪️ La novela tiene mucha fuerza, pero los últimos capítulos... Uf, prepara pañuelos
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🌊🌪️ Una autora que tendré en el punto de mira porque novelas que te hagan sentir tanto, merecen la pena