Los libros eran el descanso, donde apoyar la carga de existir. Había tanta vida en cada uno de ellos que sentía que la suya era apenas un espejismo y podría volverse ficción e irreal si durante la jornada posaba sus dedos sobre las hojas de aquellos hermosos volúmenes que la hacían tomar conciencia de sí misma y de la cantidad de vidas por elegir.
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