Tintin en el nuevo mundo

Estas rosas bajo mi ventana no tienen referencias de otras rosas anteriores o mejores; son como son; existen hoy, con Dios. Para ellas no existe el tiempo. Sólo está la rosa; es perfecta en cada momento de su existencia. Toda su vida está presente antes incluso que se abra la yema; en la flor exuberante no hay más; ni hay menos en la raíz sin hojas. Su naturaleza está satisfecha, y del mismo modo satisface a la naturaleza en cada momento. Pero el hombre pospone o recuerda; no vive en el presente, sino que lamenta el pasado mirando atrás o, inconsciente de las riquezas que lo rodean, se pone de puntillas para prever el futuro. No podrá ser feliz y fuerte hasta que no viva él también en el presente, por encima del tiempo.

Porque, ¿quién iluminará las regiones oscuras de nuestros corazones si no lo hacemos nosotros mismos? Y sin esta luz tan benévola como crítica, ¿cómo podremos analizar nuestros corazones y entrever su miserable temor a todo cuanto conocemos? Sí, la luz de este alumbrado ha de ser suave, porque no debemos asustar el alma, sino obligarla a emerger de su oscura caverna subterránea como un jaguar sin malas intenciones.

Porque hoy en día las personas pueden creer cualquier cosa, pero pocas veces aceptarán que el amor empieza, que espera al objeto de su amor mucho antes de encontrarlo... si es que alguna vez lo encuentra. Puede que sea nuestro caso o puede que no, pero de todos modos sé que usted no me deprime.

Yo no puedo ni quiero detenerte. Ninguna persona es suficiente, ninguna persona puede serlo todo para nosotros por demasiado tiempo. No aguanto demasiado tiempo a ninguna persona. No aguanto nada demasiado tiempo, y menos aún a mí misma.

La máxima locura del presente es imaginar que la perfección llegará antes de su tiempo.