A sangre fría

Hay libros que cuentan una historia, hay otros que son la historia.

«A sangre fría» es el clásico de Truman Capote que paso a la historia como el prototipo de novelas de no ficción, lo que sea que eso signifique.

Ficcionar es contar. Es volver a retomar. Es hablar de una vida, de un momento, de un encuentro. Ficcionar es recordar y el recuerdo está lleno de aditivos. Nunca contamos las cosas como sucedieron, sino como creemos que sucedieron.

«A sangre fría» es una novela de recuerdos. de los detectives, de los habitantes del pueblo, de los asesinos, de la prensa, de las personas que hablaron con ellos, de Harper Lee y de Truman Capote. Es una historia llena de condimentos donde los signos de puntuación fueron 4 balas, 4 cuerpos.

4 partes lo conforman. La primera y la última, mis favoritas. La primera, narra los hechos y el qué; la última, los dilemas y trata de desvelar el por qué. ¿Qué es el mal? ¿Dónde está? ¿Qué hacemos con él? Son las preguntas que surgen, y él, el Truman Capote narrador, cuenta cosas. Habla de las soluciones que el ser humano ha intentado, ha ejecutado.

En nada se queda corto, hay pocas intromisiones. No solo él es el que habla, no hay opiniones directas. La crónica está presente, las descripciones son perfectas. Hay un leve color de apoyo, un poquito de corazón en algunos diálogos. Hay una voz que más se escucha, puede haber sido por necesidad, porque era todo lo que tenía o un fallo del inconsciente para dar preferencia. En fin, al final, es solo el reflejo de nuestra débil y azarosa humanidad.

Lo disfrute y lo sufrí. Truman Capote era un amo del storytelling y eso se aprecia, es difícil de encontrar.