A sangre fría

"Cuando Dios entrega un don, entrega al mismo tiempo un látigo, un látigo que sólo sirve para autoflagelarse". Ese látigo es en este caso la exigencia de la persona que sabe distinguir entre el simple trabajo literario de calidad y la obra de arte.

Esta inclasificable y magistral A sangre fría cambió, para bien y para mal, la vida de uno de los escritores que más admiro. Desde el exhaustivo trabajo de campo ayudado por su amiga Harper Lee (no en vano estamos hablando de la primera de las True Crime, ¿verdad?) y los dos años en Palamós dedicado a la primera redacción... hasta el Bombazo, el éxito arrollador. Nunca volvería a terminar una novela.

Aquí aplica su estilo lírico y certero con ese admirable gusto por los detalles que, lejos de ser un mero adorno, completan la impresión buscada a el escalofriante e inútil asesinato de una familia, por parte de dos pringados a los que seguimos luego a través de su vagabundear, su juicio... y su estancia en El Rincón.

El retrato de la comunidad horrorizada, la sabia alternancia entre los distintos tiempos narrados, el dominio del ritmo narrativo nos hacen seguir esta acre historia, sin ningún tipo de suspense, sobresaltados sin remisión, cautivados por la prosa del Artista.