El legado

Este no es un libro cómodo, ni en su fondo ni en su forma. Salta en el tiempo, está escrito por diferentes narradores, es complejo y a veces te desubica, pero cuando vuelves a encajar las piezas lo entiendes todo, y eso lo hace bello y brutalmente bien escrito. Pero es que además es una novela con una carga histórica tan inmensa, tan cruda, tan dolorosa, que a ratos te hace parar, salir a la superficie y tomar una bocanada de aire para volver a sumergirte. Porque si lees de corrido, probablemente te ahogues.

El legado es una gran metáfora de la guerra, de lo sembrado, de lo recogido. La guerra que cambia los paisajes, llena de espacios vacíos las casas, de recuerdos imborrables las mentes de quienes la viven. La guerra. No se puede entender la Historia de Japón sin las bombas incendiarias, sin los kamikazes a bordo de aviones y submarinos, sin Hiroshima y Nagasaki, sin el ejército imperial que conquistaba Asia entera a base de masacres y violaciones y sin la implantación de las costumbres americanas que cambiaron a un país entero.

Y por eso este libro habla de campos de trabajo, de experimentación, de masacres, de vidas rotas, de historias perdidas entre bombas, de estaciones de consuelo, de lo que queda tras una guerra interminable, de la diáspora en Estados Unidos, de lo que se calla, de los silencios.

Japón se rehizo forzosamente a mediados de siglo XX dejando reductos de lo que fue, pero queriendo ocultar la oscuridad de un pasado bañado en sangre humana. Y de eso trata El Legado. Y lo trata de forma brillante, uniendo cabos que crees que se han quedado sueltos, recorriendo más de cien años en la historia de una familia, sin que parezca que estás leyendo sobre la misma familia en una suerte de Rayuela con capítulos que parecen no tener nada que ver entre sí. Pero tienen todo que ver entre ellos.

Qué duro este libro, qué inesperado encontrarme con todo esto entre sus páginas, qué descubrimiento Asako Serizawa, qué final perturbador y casi fuera de contexto donde el regusto amargo queda por horas : “¿Vamos a ser los humanos los causantes del fin? ¿Vamos a serlo?”