Me he leído esta novela cortita de Tolstoi por eso, porque es cortita y de Tolstoi ( Leon T.parece al leerlo coetaneo y en fin ya casi cumple 200 años de nacido), y sobre todo porque un crítico literario inglés (Edward Said) en la contraportada de la edición que me acabo de leer del Gatopardo, lo comparó con esta novela y me picó la curiosidad. Y bueno sí, entiendo el paralelismo, pues ambos personajes principales en su edad madura que no anciana, nos comparten sus sentimientos al preguntarse si no vivieron su vida adecuadamente o para qué la vivieron como la vivieron. Fuera aparte de eso, nada que decir del sufrimiento físico y de las sensaciones de soledad, angustia e impotencia que le acompañan a Ivan Ilich por su enfermedad en su paulatino deterioro y que Tolstoi nos relata con destreza y clarividencia desde su testimonio omnisciente, porque las comparto. Nadie debiera morir ni asistir a la muerte de nadie consumido por una enfermedad intratable. Aún así, no os amilanéis, la novela se puede leer. No es macabra. Es reflexiva. |