Pequeñas desgracias sin importancia

Las pequeñas desgracias sin importancia nos hacen seguir, aunque duelan. En este libro, el vacío que deja la ausencia es el que duele.

Dudo que este libro sea para todos los gustos, aunque me parece una obra que acercar a cualquier sobreviviente de un suicidio. Towes planteó el texto como un homenaje a su hermana, que se suicidó, y vaya si lo consigue. Ahora bien, la lectura es árida en muchas ocasiones, porque la ausencia de emociones que provoca una depresión grave y la indiferencia por la vida que aparecen en el texto son muy palpables. Creo que posiblemente esto es lo más conseguido: no la situación en la que encuentra la narradora, Yoli, sino la exactitud con la que se hace llegar al lector el estado en el que se encuentra Effie.

Afortunadamente, se habla más de salud mental, aunque quedan muchos pasos por dar. La conducta suicida es de origen multicasual y, modificarla, muy difícil. Por no hablar de las dolorosas consecuencias en los sobrevivientes. En estas páginas se comprende el consuelo que busca Effie a la vez que se toma conciencia del dolor que deja en sus seres queridos. Conseguir encajar estas dos realidades es desgarrador y necesario.