Pequeñas desgracias sin importancia

Para sobrevivir a algo primero hay que saber a qué hemos sobrevivido.

Todos tenemos agujeros en la vida.

Me explicó entonces que su soledad era algo visceral, un saco de piedras que llevaba de una habitación a otra, de una ciudad a la siguiente.

Ah, es verdad. se me olvidaba que tú crees en el reciclaje, me dirá. Tú sabes que al final lo juntan todo en el mismo sitio, ¿no? Reciclar no es más que una conspiración del Gobierno pensada para hacernos creer que estamos salvando la Tierra y que así ellos puedan seguir haciendo negocios sucios con las compañías mineras para sacarse un dinerito extra.

Ella quería morir y yo quería que viviera y éramos enemigas que se querían.

Yo no recuerdo lo que soy. Yo soy lo que sueño. Yo soy lo que espero. Yo solo soy lo que no recuerdo. Yo soy lo que los demás quieren que sea.

Mi hermana me cuenta entonces que tiene un piano de cristal por dentro. Tiene un miedo horrible a que se le rompa. No puedo permitir que se rompa.

Todos estos años la literatura había sido para ella algo salvaje como el viento, caliente como el fuego, rápido como el rayo; algo errante, incalculable, abrupto, y miren, la literatura era un caballero anciano con traje gris que hablaba sobre duquesas.

A ver, chicas, escuchadme un momento: os doy cien dólares a cada una ... si sois capaces de terminar el vuelo sin decir en plan.

¿sabes Yoli? A veces lo único que podemos hacer es ser valientes, ni más ni menos.