No es que quiera vivir más tiempo del que en justicia me corresponda. No es eso lo que me interesa. A lo que aspiro es a poder saborear cada instante sin premuras; sin importar lo que en realidad dure y sin que me metan prisas -o me las meta yo mismo, como he hecho siempre-. Son las prisas las que han marcado mi vida y creo que no habría aprendido nada si permitiese que marcasen también el devenir de los días que me quedan.
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