Pájaros en un cielo de estaño de Antonio Tocornal
Siempre me fascinó cómo un pueblo compuesto por individuos envidiosos y pendencieros- me perdonarás que te diga las verdades sin tapujos-, pudo acoger con tanta naturalidad a aquellos extranjeros que cambiaron su vida flamenca para embarcarse en la fabricación de globos y en otras mil empresas en un pueblo tan limitado y de donde los jóvenes huíamos.
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