“El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes” es un coctel intenso de opuestos. de ternura y de crueldad. de drama existencial y detalles cotidianos bellísimos, salpimentado con un humor negro en ocasiones trochante y en otras casi casi excesivo. Es un viaje, a veces desgarrador y a veces ligero. Si bien puede resultar un poco difícil entrar, por el odio reflejado en las primeras páginas, luego resulta imposible salir. Lo devoré en dos días. Es un libro memorable, que no deja indiferente sobre las consecuencias del amor familiar y de las faltas de él. |