El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

Menuda primera novela se ha marcado Tatiana Tibuleac, hacía tiempo que veía circular este libro por todos lados y cuando salió elegido en nuestro club de lectura me lancé emocionada a él. Lo que me encontré distaba mucho de mis expectativas, hay que leerlo para entenderlo, es tan distinto a todo lo que he leído hasta ahora. Es una lectura muy ágil, capítulos cortísimos, alguno incluso de una sola frase, pero profunda en cuanto a contenido, Tatiana tiene una forma de escribir muy peculiar, el lenguaje es bello, lírico y poético en contrapunto con hechos narrados que son a veces crueles y desagradables.
La historia narra la relación materno-filial entre una madre y su hijo y su evolución a través de un verano que marca sobremanera a ambos personajes. Esta evolución no es tan solo una evolución narrativa, es también una vital e incluso de forma, hay capítulos dedicados a describir los ojos de la madre donde vemos, tan solo con la descripción que de ellos hace, la evolución interior de los protagonistas. Lo de los personajes es otro tema curioso, están la madre y el hijo, y a su alrededor giran un montón de personas, situaciones y tramas, que se diluyen ante la intensidad de lo que marca la novela: la madre. Poco más se puede decir sin caer en spoilers, por cierto, recomiendo que ni leáis la sinopsis si queréis que la novela os pille desprevenidos y disfrutarla más.
Narrada en varios tiempos, no sigue un orden cronológico, nos va presentando acontecimientos, a veces erráticos, que no van encajando hasta que se avanza en la lectura.
Es una lectura subjetiva, con múltiples emociones e interpretaciones, en la que cada lector, según su propia experiencia vital experimentará unas sensaciones u otras. Un ejemplo claro es el final, que es de los que hay que digerir lento, ¿es un final feliz, es un final amargo?
Lectura recomendadísima que se va a mi top de lecturas del año.