El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

“Aquella mañana en la que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento”.
Así empieza esta historia, de manera concisa y brutal. Y es tan solo el principio.

Estructurado en capítulos cortos (algunos incluso más que el título del libro), Aleksy, un exitoso pintor atormentado, nos cuenta en primera persona, por petición de su psiquiatra y como forma de terapia, parte de sus memorias y todo lo que sucedió el último verano que pasó con su madre y que cambió su vida para siempre.
Un verano que está marcado por la profundidad de un par de ojos verdes y la llegada de lo inevitable.

Escrito con un lenguaje crudo, realista, abrupto e intimista pero con una prosa poética impecable, Tatiana Tîbuleac trata temas como la fragilidad en las relaciones maternofiliales, las enfermedades mentales, los problemas emocionales, el abandono, el odio, el amor, el rencor, la pérdida, la enfermedad y el perdón, a través de unos personajes perfectamente imperfectos, grises. La fuerza narrativa que desprende entre sus páginas es tan brutal que es imposible no soltar alguna lágrima.
Es un libro que deja una huella inmensa en el corazón. Profundiza en las heridas, las abre, las cierra, las vuelve a abrir, te desgarra y te roba un trocito de tu alma. Remueve todos los sentimientos y cala en lo más profundo de uno mismo.

Bien es cierto que hay sucesos que no se terminan de cerrar o no quedan completamente explicados pero para mí no ha sido problema alguno. La esencia y todo lo que la autora quiere transmitir está impregno en cada página y por eso tiene mis cinco estrellas.
No os dejéis intimidar por la cruda impresión del inicio porque realmente merece la pena sumergirse en esta historia.
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