Amor. No estoy acostumbrado a sentirme así. Antes iba a los pabellones de los hospitales en busca de un motivo para levantarme al día siguiente. Me metía en el área de los terminales y escuchaba sus pensamientos. Aquello que los pacientes lamentaban no haber hecho yo procuraba hacerlo, aunque muchas cosas quedasen fuera de mi alcance. Me movía como un fantasma por los hospitales. Era otra forma de robar. Robo sueños, robo esperanzas, robo vidas enteras. Los pensamientos son distintos en los hospitales. La voluntad de vivir resurge de manera instintiva. Es el antídoto perfecto contra mi apatía. Era. Desde que conocí a Aminat, no me ha hecho falta volver. |