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La segunda parte del díptico de la violencia junto con El síndrome E, tiene una trama muy bien elaborada e interesante que sin embargo se me ha hecho un poco “bola”. No sé si ha sido leer los dos del tirón, si tal vez el anterior puso el listón demasiado alto o que la historia es muy compleja y requiere demasiada atención y ahora mismo no estoy para tanto al final del día. He de reconocer como siempre la estupenda pluma de Thilliez creando entramados macabros y misteriosos en torno a un crimen. En este caso han sido varios, con varios personajes, demasiados flecos sueltos, que finalmente ha unido con maestría. Los personajes centrales, Sharko y Lucie, con los que tanto disfruté en la anterior entrega, en esta historia se diluyen bastante (es obvio y no puedo decir más, si no hago spoiler). El caso , basado en cuestiones genéticas, virus fosilizados y violencia, es complejo y original, bien documentado y genuino. Las consecuencias que surgen cuando el hombre juega a ser Dios. Pero estaba deseando acabarlo, esa es la verdad. Demasiada negrura del tirón. Voy a cambiar de tercio. Enlace: https://tomateuncafeconsara... |
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