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Decía Isaac Asimov en Fundación e Imperio que un público desinformado tiende a confundir la erudición con los magos. Aunque es más conocida la llamada tercera ley de Clarke. En una revisión de su ensayo Los peligros de la profecía: El fracaso de la imaginación, sir Arthur C. Clarke afirmaba que cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Adrian Tchaikovsky coge esta premisa y especula en torno a ella al contraponer a un antropólogo biomodificado con la princesa de una sociedad arcaica y supersticiosa, descendiente de colonos asentados en un exoplaneta y forzados por las circunstancias a sobrevivir sin avances tecnológicos hasta que, pasadas varias generaciones, ya ni siquiera recuerdan de dónde proceden. Dos voces y dos personas narrativas que, con la magnífica traducción de Jesús Cañadas y en apenas 150 páginas, exploran el choque cultural extremo y los problemas de comunicación que conlleva, en un contrapunto de tropos propios de la fantasía con otros propios de la ciencia ficción (pero siempre dándoles otra vuelta), para reflexionar sobre las diferencias idiomáticas, la soledad y la depresión, el origen de los mitos y las leyendas, la esperanza y, como no podía ser de otra manera en un libro de Tchaikovsky, la empatía. |
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