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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
18 May 2018
Aunque es la editorial Gatopardo la que se ha encargado en los últimos tiempos de recuperar en castellano a la escritora Elizabeth Taylor (se avecina nueva publicación en un mes, por cierto), hace unos años otra editorial, Ático de los Libros, hizo lo propio con un par de novelas de la autora. Uno de ellos es La señorita Dashwood, que posiblemente sea su libro más famoso o representativo, y que tenía pendiente de leer hace mucho, mucho tiempo. Por fin le he sacado hueco (y otro pendiente menos en la estantería).

Cassandra Dashwood se ha quedado huérfana tras fallecer su padre, y la señora Turner, la directora de un internado para señoritas del que Cassandra había sido alumna años atrás, le busca un puesto como institutriz en Cropthorne Manor, una mansión desvencijadada y descuidada que está en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Allí se encontrará con que no solo viven su pupila, Sophy, y su padre, Marion Vanbrugh, sino la tía de este último, Tinty, y sus dos hijos, Margaret y Tom, además de Nanny, que no se sabe muy bien qué puesto ocupa en calidad de persona del servicio pero que es casi la que más manda en la casa. Todos ellos forman una familia peculiar, excéntrica, con un drama que pende sobre sus cabezas de manera constante como es el fallecimiento de la madre de Sophy, Violet, cuando esta era un bebé. Y a esa casa arriba Cassandra con un objetivo ardiendo en su inocente corazón: enamorarse del padre de su pupila y convertirlo en su propio Rochester, cual Jane Eyre ambientada tras la Segunda Guerra Mundial.

A ver cómo digo esto para que se me entienda... a mí me ha gustado mucho, pero tengo muy claro que no es un libro para recomendar alegremente a todo el mundo por muy diversas razones.

Estamos ante una novela costumbrista típica de la autora, pero es una novela pausada, de esas que en apariencia no pasa nada relevante. No es que no pase nada tal cual, porque de hecho ocurre una cosa en el último tercio del libro que te hace leer el párrafo dos veces de lo inesperada que es por si la has entendido mal, pero la narración en sí fluye sin grandes sobresaltos, con cierta languidez y melancolía. Es una novela de personajes, de lo que piensan y sufren, de sus sentimientos, de cómo se relacionan entre ellos, de cómo se enfrentan al pasado o lo que creen saber sobre él, de los secretos que guardan, de cómo se adaptan a una vida y una sociedad en la que no terminan de encajar... Se podría acusar a algunos personajes hasta de sosos, pero son tal y como la autora quiere que sean para contar la historia que quiere contar, y es lo que hay. Para disfrutar de esta novela se tiene que tener afinidad con cierto tipo de literatura agridulce, con regusto clásico y nostálgico, porque si no lo más normal es que la lectura resulte un peñazo. Más clara no puedo ser :)

La mansión es también un personaje en sí mismo con sus estatuas, su cementerio, su distintos edificios medio abandonados, su jardín... Marion no le presta mucha atención desde la muerte de su esposa Violet, y eso confiere a las descripciones sobre el lugar un cierto aire gótico y desamparado. Pocas veces salimos de la casa salvo escenas puntuales, muchas de las cuales tienen lugar en el pub del pueblo, segundo hogar del alcoholizado Tom, quizás (seguro) el personaje más complejo de toda la novela, el que más cosas esconde, el que más sufrimiento lleva dentro y el que solo quiere beber hasta morir, mientras su primo Marion se refugia en la literatura y parece querer buscar lo mismo, la muerte, pero con un libro entre las manos.

En la narración se atisban varias referencias literarias, y para implementarlas la autora otorga a su protagonista una pasión desmedida por la literatura clásica, a poder ser victoriana. Los libros rigen la vida de Cassandra y su forma de afrontarla. Mirad cómo empieza el libro, porque en ese primer párrafo Elizabeth Taylor retrata a su heroína en apenas tres líneas:

Cassandra, gracias a todas las novelas que había leído, estaba segura de experimentar las emociones adecuadas mientras estaba de pie en su dormitorio [...]

Esta es Cassandra: quiere hacer de su vida una novela y vivirla acorde a lo que ha aprendido en ellas. Por eso tiene clarísimo que sea como sea Marion Vanbrugh, se va a enamorar de él, cual Jane Eyre con su Rochester, referencia que no se oculta en la historia. Sin embargo la autora, muy a propósito, otorga a Marion un carácter en las Antípodas del Rochester de Charlotte Brontë: quiere reminiscencias, no copias. Este "parecido marcando distancias" también se aplica al fantasma que sobrevuela Copthorne Manor, que bebe directamente de la Rebecca de Daphne du Maurier, así que os podéis imaginar la situación. Mucho menos evidente es la insistente semejanza que se pretende buscar entre Elizabeth Taylor y Jane Austen en esta novela. Y eso que la protagonista de esta novela, Cassandra, se apellida Dashwood como mis queridas heroínas de Sentido y sensibilidad, pero hasta ahí llegan los parecidos por mucho que se quiera buscarlos.

En otro orden de cosas, debo decirlo: me ha defraudado mucho la edición, sobre todo porque la traductora es escritora y la propia editora de Ático. Hay cosas mal traducidas (por contexto no tienen sentido, y si al lector le resulta evidente eso, mal asunto), hay construcciones de frases con una sintaxis chirriante (a ratos te da la sensación de traducción rara, y no es solo opinión mía, que indagando por la red he visto más comentarios en el mismo sentido), y me cuesta entender que aparezcan expresiones como "ves a" (del verbo ir), o "de sobras", así en plural, repetidas veces (vamos, que no son erratas, debemos suponer que son expresiones de la traductora que se han dado por buenas en la corrección). A ver, que se lee sin problemas, pero precisamente la prosa de Elizabeth Taylor se caracteriza por su elegancia, y es difícil no reparar en esas cosas porque la lectura a veces no fluye como debería. Sabéis que soy muy sincera cuando me encuentro cosas de este tipo, y creo sinceramente que este libro necesita una buena corrección de arriba a abajo.

Por lo demás, y dejando aparte lo negativo en cuanto a la edición (que es algo totalmente ajeno a la propia calidad del libro en sí), repito lo dicho arriba: a mí me ha gustado mucho, me encanta el regusto clásico costumbrista que rezuma, pero igual que otros creo que pueden llegar a un amplio abanico de lectores, con este tengo mis dudas. Ya no por la prosa de Taylor, que es totalmente accesible y nada rebuscada, sino por la historia en sí y la forma en que avanza a lo largo de las páginas. Si os gustan las lecturas sosegadas con un toque de romanticismo, otro de drama, otro más de humor e ironía, otro más acusado de retrato social de la posguerra... vamos, si os apetece una novela barnizada con pinceladas suaves que avance con mesura, sin apenas brochazos enérgicos que descarrilen la trama, este es vuestro libro. Como busquéis sensaciones fuertes, emoción a raudales, personajes arrolladores y que ocurran montones de cosas... coged otro :)
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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