El valle de los arcángeles

En ocasiones nos enamoramos de lugares que solo conocemos de nuestras lecturas. Como si fuera poco haber viajado -o haber vivido- , momentos únicos, instantes irrepetibles, en sitios que ha recorrido nuestra imaginación. Es entonces cuando seiscientas páginas nos parecen pocas. Cuando llegamos al abismo del epílogo con ganas de más.

Eso es lo que sucede con El Valle de los Arcángeles (Espasa, 2022), segunda novela de Rafael Tarradas, conocido por El heredero (Espasa, 2020), en la que trazó un relato inspirado en su familia y ambientado antes y durante la Guerra Civil. En esta que nos ocupa, sin embargo, una obra de gran envergadura, profusa documentación y con un ritmo que invita a la lectura sin pausa, nos encontramos en la Cuba colonial de 1866. En concreto, en los ingenios azucareros de tres familias catalanas: los Gorch, los Abbad y los Viader. Sus tierras, asentadas en Matanzas, compartían el pedazo de cielo que era el Valle de los Arcángeles, desde el que gozaban de la vida desde su finca: San Rafael, San Miguel o San Gabriel.

Esta lujosa existencia burguesa se mantenía gracias al horror de la esclavitud, con la que conviven con mayor o menor conciencia. En el centro de ese mundo, entre Barcelona y Cuba, están las dos caras de una mujer imposible de olvidar. Pepa Gómez, esa criada sin escrúpulos que está dispuesta a todo por lograr la vida que se le negó por nacimiento. Y también Isabel Palau, como se hará llamar en la isla, que no titubeará hasta hacerse con lo que considera suyo. al precio que sea.

La novela constituye un homenaje a esa época final del siglo XIX, de lujo y declive, de la codicia sostenida sobre la consideración del ser humano como un bien más. Una combinación irresistible de intrigas, asesinatos, amor, muerte, locura y cordura, que uno no puede abandonar sin reír y llorar. Sin bailar. Sin sentirse parte de un mundo que se acaba. Y que se perpetua para siempre.
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