La hija de la diosa de la luna

... había hecho todas esas cosas a pesar de lo mucho que me asustaban. Porque no hacerlas me aterraba aún más.

... no todas las batallas se ganaban empleando la fuerza bruta: a veces era el agua la que conseguía desgastar la piedra.

Todos tenemos nuestros probelmas; algunas personas son como un libro abierto mientras que otras ocultan mejor sus sentimientos.

Cuando el frente de batalla queda trazado, debes proceder sin miedo.

Cuando las emociones nos nublan el juicio, el caos no tarda en hacer acto de presencia.

Él había afirmado que se preocupaba por mí, y luego tomó todo lo que yo apreciaba. Si este era su amor, yo no lo quería.

No me lamentaría por lo que había perdido y era imposible recuperar.

... el amor no tenía fin: era algo que crecía y se renovaba sin cesar, se expandia hasta abarcar cada nuevo horizonte.

Todo el mundo tiene sus propios problemas; algunos los dejan al descubierto, mientras que otros los ocultan mejor.

Deberíamos apreciar la flor, independientemente de sus raíces.