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No pongo sinopsis para no caer en spoilers del primero. Quien dijera que segundas partes nunca fueron buenas no se había leído En llamas. Esta novela ahonda mucho más en cuestiones como la depresión, la pobreza, el alcoholismo o el estrés post traumático. Además, aparte de la trama propia de los Juegos del Hambre, tiene un trasfondo político de rebelión. En llamas nos permite conocer mejor a los personajes que ya aparecían en la primera parte y nos presenta a otros nuevos que he adorado, como Finnick y Johanna; me gustaría que tuvieran sus propias novelas. Arrastran muchas cosas a pesar de ser los favoritos del Capitolio; Suzanne Collins ha creado unos protagonistas intrincados, profundos y maravillosos. En esta ocasión, la arena de los juegos es simplemente espectacular; creo que la autora ha trabajado de forma especialmente brillante en este aspecto. Casi me ha dado hasta pena que ocupen menos de la mitad de la novela, si no fuera porque los personajes y toda la acción del resto del libro me han flipado. Me han encantado las distintas alianzas e intrigas que se forman en los juegos y que trascienden más allá de los mismos; es un universo muy complejo en el que absolutamente todo está pensado, no se deja un cabo suelto. En llamas es mucho más de lo que parece, y no me cansaré de recomendarla a todo el mundo.
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