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Lo primero que tengo que decir es que me ha parecido un libro único, muy original. Un libro en el que lo más importante es el aspecto sensorial que transmite, concretamente el olfativo. Es un libro lleno de sensaciones y descripciones muy vívidas que, valiéndose del sentido del olfato, nos transporta a París, a aglomeraciones de gente, a todo lo que hiede, pero también a campos vacíos, a pueblos y montañas desoladas, a flores, madera y piedra. Te sumerge en la historia a través de este sentido de una manera apabullante, en la que casi, casi, puedes oler todo lo que rodea a nuestro protagonista. A su vez, la narración es cálida, como si nos la estuviera narrando un cuenta cuentos junto al fuego, con sus toques de humor negro y sus evocaciones a lugares, personas y -sí, por supuesto- olores. El protagonista, la garrapata que sobrevive, el asesino, está tan bien plasmado que, aunque sea muy diferente al lector (difícilmente podría no serlo), es fácil comprender sus motivaciones (no porque se compartan, sino por lo bien que acabamos conociéndole). Su frialdad, el mundo desde sus ojos (nariz)... Todo se nos presenta de manera fácil de asimilar. Por último, el final me ha desconcertado un poco por el toque bizarro que tiene, pero en general creo que cierra bien el ciclo que abre la historia. Un libro peculiar que he disfrutado mucho. |
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