El perfume

Algo tan original como la extraordinaria capacidad olfativa del protagonista es lo que da hilo a esta novela. Los olores, tanto agradables como molestos, están presentes a lo largo de toda la obra. Es más, son, al fin y al cabo, el sentido y el móvil de la vida del protagonista, pues no tiene ni conoce nada más.

La prosa de Patrick Süskind es claramente destacable. Por un lado, consigue transmitir un mundo tan ambiguo e incorpóreo como el olfativo con palabras que logran transmitir sensaciones. Por otro lado, la ambientación de la obra es espectacular, nos trasladamos inconscientemente a una Francia del siglo XVIII, a través sobre todo de los olores.
Quizá estas descripciones es lo que llevan a un ritmo más descriptivo o lento.

La novela se divide en cuatro partes, siendo la segunda quizá la más pesada, pues parece alejarse un poco del argumento, aunque no consideraría que sea prescindible. La primera parte es fundamental para entender el interior y la psicología del protagonista, Grenouille, pues nos presenta su historia, desde su nacimiento: un hombre que crece sin amor, insensible en muchas ocasiones, desconocedor de los valores morales… Un ser abandonado que odia a la humanidad. de esta manera, el autor consigue que “entendamos” el comportamiento del protagonista.

La tercera parte también es fundamental, pues Grenouille aprende cada vez más sobre el oficio del perfumista y su obsesión por los olores le lleva a cometer los más atroces crímenes, pues su deseo ideal es el de conseguir un olor absoluto, propio, irresistible. Los crímenes aparecen poco en la novela y quizá tampoco sea tan necesario entrar en los detalles de estos, pues lo importante es la finalidad, el objetivo y no tanto el proceso, pues Grenouille no tiene piedad, no la conoce, y en ningún momento se plantea lo injusto de arrebatar vidas de esa manera.

Dejando de lado esto, es una obra que en ocasiones nos puede llevar a pensar en cuestiones sociales o psicológicas: el rechazo social, la falta de amor en el crecimiento, el comportamiento obsesivo, la inmoralidad sin escrúpulos al estar vinculada con la falta de sentimientos…

El final de la obra es impactante, casi tanto como perturbador, caótico. Los personajes secundarios, los pocos que aparecen, están conseguidos, que aparecen como un soplo de aire fresco: Baldini, un personaje que traslada algún que otro problema existencial o mundano, un hombre con una vida miserable y una imagen de impostor; el marqués de la Taillade-Espinasse y Antoine Richis, con gran astucia y preocupación como padre.

Si pudiera resumir la obra sería de la siguiente manera: asquerosamente genial y perturbadoramente excepcional.