Drácula

Drácula. Esa novela que lo cambia todo. Una de las historias más terroríficas jamás escritas en la que conocemos al máximo exponente de la literatura de los vampiros. Tratar de recomendar esta historias tras más de cien años siendo un clásico inmortal carece de sentido. Quien quiera acercarse a la figura del vampiro y conocer de primera mano como Stoker pudo aunar en una novela toda la sensualidad de Carmilla, el porte del vampiro de Polidori, las oscuras leyendas del este de Europa, los avances científicos que marcaban la frontera entre dos modos de ver el mundo y, todo ello, narrando un puzzle desde diversos puntos de vista en el que Drácula en sí apenas participa, no debe perderse el disfrute y el profundo terror que te puede proporcionar una historia única.
¡Que si! Que ahora es muy fácil enorgullecerse ante la ausencia de miedo en una obra con tantas décadas a su espalda. Hoy en día los horrores que se plantean en esta historia han sido ya ampliamente superados. Pero, si te paras un instante, si tienes la capacidad de adentrarte en la cabeza de un lector victoriano, igual que tú ahora, y descubres una historia en donde un ser desconocido de poderes extraordinarios, con una insaciable sed de sangre, que tiene la capacidad de maldecir a sus víctimas con una vida eterna a su servicio. Si eres capaz de sentir el terrible sufrimiento de tener que profanar la tumba de la mujer a la que amas y enfrentarte al mayor de los horrores posibles, si no te atormenta la presencia de un lunático cuyas gritos al atrapar moscas resuenan lejos de la puerta del manicomio. Si eres capaz de no estremecerte ante la maldición que supone ver por primera vez a la criatura que tanto temes justo en el instante en el que se vanagloria de su triunfo. Si eres capaz de sentir el terror que supone la presencia de este ser que, aún sin salir apenas en la novela, llena cada una de sus páginas con su tremenda presencia...este es y será siempre tu libro.
No soy imparcial con esta novela, no puedo serlo porque me encuentro ante la criatura que lo cambia todo en mi modo de ver el terror. Me refugio en estas páginas cada vez que quiero volver a sentir el miedo inherente al enfrentarte al mal. Aún ahora sigo temiendo que Drácula se aproxime en medio de la noche a beber mi sangre. La muerte siempre estuvo casada con la sensualidad de su mordisco. Y por eso aún duermo con la sabana tapando mi cuello.