Las uvas de la ira

Las uvas de la ira es una novela que fue escrita en 1940 pero que podría estar siendo escrita en nuestra década. Debe de haber algún John Steinbeck actual en Estados Unidos o en Europa narrando la odisea de alguna familia de clase baja hacia un destino que les excluye por lo que son: pobres y de otro sitio.

Los Joad, los protagonistas indiscutibles de esta epopeya –pero que podrían haber sido los Smith o los Mckenzie– se ven desahuciados, expulsados de sus tierras después del desbarajuste que causó el crack del 29 y seguido de la entrada de máquinas como las cosechadoras, que hacían el trabajo de decenas de hombres en poco tiempo. A los bancos ya no les sale rentable tener muchos pequeños arrendatarios, cuando un único capitalista les asegura el arrendamiento. Y ese único capitalista se ha dado cuenta de que mucha gente desesperada, que lo ha perdido todo, podría hacer el trabajo que antes valía 30 por 5. Pero han de ser los *más* desesperados, los nuevos, porque los que llevan siendo explotados un tiempo se van dando cuenta de sus derechos. Así que los capitalistas llaman a nuevos desesperados a trabajar en una suerte de Edén. ¿Os suena? Aún pasa hoy. Y los que explotan suelen ser los mismos que aseguran que la inmigración es innecesaria, peligrosa, toda ilegal.
Lo triste de lo que cuenta Steinbeck (si lo que pasa hoy no es también tristísimo), es que las migraciones que se dieron en Estados Unidos, en las que familias enteras se lanzaban con todas sus pertenencias a la carretera embutidos en un camión viejo, eran entre nacionales. Los "okies" que llegaron a California eran de Oklahoma, Kansas, Minnesota... Todos iban a ese supuesto Edén donde siempre había algo que recolectar. Y al llegar, se les trataba de la misma manera en la que se trata hoy a los refugiados: en campos, que son poco más que los de concentración, a la espera.

Los Joad son una familia numerosa en la que cada personaje tiene su arco, entre penurias y desventuras, y en la que las mujeres tienen mucho protagonismo. No hay un ritmo trepidante, pero la búsqueda hacia algo mejor la haces con ellos, así que padeces lo que ellos. Es una crítica abierta al capitalismo, y yo siempre digo sí a eso.