Las uvas de la ira

Las compañías poderosas no sabían que la línea entre el hambre y la ira es muy delgada. Y el dinero que podía haberse empleado en jornales se destinó a gases venenosos, armas, agentes y espías, a listas negras e instrucción militar.
En las carreteras la gente se movía como hormigas en busca de trabajo, de comida.
Y la ira comenzó a fermentar.

Si no me hubieran dicho que me fuera, seguramente ahora mismo estaría en California, comiendo uvas y cogiendo naranjas cuando me apeteciera. Pero esos hijos de puta me dicen que me vaya y... ¡Dios!, un hombre no puede irse si se lo ordenan.

Eso es un crimen que va más allá de la denuncia. Es una desgracia que el llanto no puede simbolizar. Es un fracaso que supera todos nuestros éxitos.

La tierra murmuró bajo la lluvia y los arroyos tronaron bajo las agitadas riadas.

... el enviado decía: el Banco, o la Compañía, necesita, quiere, insiste, debe recibir, como si el Banco o la Compañía fueran un monstruo con capacidad para pensar y sentir, que les hubiera atrapado. Ellos no asumían la responsabilidad por los bancos o las compañías porque eran hombres y esclavos, mientras que los bancos eran máquinas y amos, todo al mismo tiempo.

Madre volvió a entrar en casa... Cuando levantó la tapadera de la enorme olla, el olor a carne de cerdo hirviendo y hojas de remolacha flotó en el aire. Esperaron a que regresara cruzando el patio, cada vez más oscuro, porque Madre era poderosa dentro del grupo.

A veces no se puede hacer caso a la ley (...) sin perder la decencia. (...) A veces hay que matizar la ley.

Claro que llevo pecados.Todo el mundo los lleva. Un pecado es algo de lo que no estás seguro. Esas personas que están seguras de todo y no tienen ningún pecado... vaya, con esos hijos de puta, si yo fuera Dios los echaba del cielo de una patada en el culo.

En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y cogen peso, listas para la vendimia.

Por aquí decimos que un tipo tiene tanta libertad como su dinero le permite comprar.