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Yunyae nació con las amígdalas de su cerebro demasiado pequeñas (del tamaño de una almendra) por lo que es incapaz de sentir y detectar las emociones. Su madre y su abuela le enseñan desde pequeño a detectar y mostrar algunas emociones básicas para que pueda desenvolverse de manera adecuada en sociedad pero sobre todo, para que no llame demasiado la atención y se le señale como raro y diferente. Pero a los dieciséis años Yunyae pierde a su madre y a su abuela, y se verá obligado a valerse por sí mismo y sobrevivir en un mundo que apenas entiende y que tampoco lo entiende a él. Siendo sincera “Almendra” es un libro con el que he tenido sentimientos contradictorios. Me ha gustado ver cómo Yunyae a pesar de no ser capaz de sentir emociones, llega a ser mucho más empático y humanitario que la gente que lo rodea. Y también me han gustado las reflexiones que se hacen sobre cómo se critica o se juzga al que es diferente o se sale de lo socialmente establecido sin conocer siquiera las circunstancias o los motivos por los cuales esa persona actúa “diferente” o de manera problemática. El problema que he tenido con “Almendra” es que no me esperaba que fuera un libro tan juvenil y con una narración tan sencilla. Además, me hubiese gustado que se profundizara más en los personajes secundarios, la vida de Goni me pareció super interesante y aunque se narra sus circunstancias creo que lo hace de manera superficial, al igual que pasa con Dora y el doctor Shim. Y el final de la novela tampoco me entusiasmó demasiado. A pesar de que a lo largo del libro se sabe que tendrá un final feliz, el cambio que se produce en Yunyae sobre su situación con el mundo de las emociones no me convenció para nada. Y dicho esto, no creo que “Almendra” sea un mal libro pues a parte de que se encuentra cargado de reflexiones tiene momentos muy dulces y tiernos que te calientan el corazoncito, pero a veces las altas expectativas pueden jugar malas pasadas. |
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