La sospecha de Sofía

Entre analgésicos, antibióticos y una rubia me embarqué en esta desgarradora historia de Paloma Sánchez-Garnica.
Muy bien Rafa, ¡puñales para el dolor!

Una dictadura fascista, otra comunista y en medio una Francia estudiantil luchando contra prohibiciones tan absurdas como el uso de pantalones como prenda de vestir femenina, son un telón de fondo, de acero y boina, del que aunque avanzamos no terminamos de salir.

Ayuda y mucho, en esto de meterse en la historia que una de las niñas se llame Bea, ¡vive dios! que desde mi valentía de sofá habría sangre.
Toda la sangre.

Daniel es otro de los personajes que se me han clavado dentro, su vida, su forzado cambio, su resistencia incluso cuando la casualidad sale al rescate.

Y por supuesto Sofía, abnegada mujer costumbrista, que explora sus límites, su curiosidad y su fuerza de voluntad.

La autora nos lleva hasta el límite, tanto de drama social como del personal, poniendo a cada personaje contra las cuerdas, hasta de su propia moralidad y extremos psicológicos incompatibles con cualquier intento de felicidad.

Cada pelo, cada filamento, cada músculo en constante tensión por el transcurrir de la historia.
Cada minúsculo o mayúsculo poro de mi piel impregnado del olor y el dolor de su prosa, de su tinta apasionada que te mutila el alma, que te rompe el corazón.

Un caminar descalzo por un suelo de fría nieve, cristales afilados, que tropieza una y otra vez contra las mismas cosas, el miedo, el sometimiento de las dictaduras, el machismo y la vergüenza de un muro que partió tantas vidas en millonésimas partes, vidas convertidas en puzles donde algunas piezas se perderán para siempre. Vidas, en resumen amputadas moral y psicológicamente.

Y Nino Bravo, libre como el viento que recoge mi lamento y mi pesar, camino sin cesar...

Excelente novela, con un trasfondo político y social, y con ojos que inspiran, disparan, luchan y sobre todo, aman.