Había una tribu

Divertidísimo, entrañable, lleno de ternura y con unas ilustraciones maravillosas. La historia de un niño salvaje (desconocemos el motivo de que viva con un rebaño de cabras, ¿abandonado quizás?) que un buen día decide investigar quién es en realidad... ¿a qué "rebaño" pertenecerá?
En el viaje se encuentra con una colonia de pingüinos (encantadora la ilustración dónde abraza a un grupo de ellos), un banco de medusas, una familia de ballenas, una bandada de cuervos, un grupo de elefantes, además de monos, rinocerontes, rocas, escombros... ¡Un momento! ¿Rocas? ¿Escombros? Bueno, cuando uno busca su propia identidad y las cosas no se tienen del todo claras, a veces uno se confunde... ¿no?
En ninguno de estos grupos, por mucha empatía que le ponga, encuentra lo que está buscando. Así que, sigue con su viaje en el que se topará con orugas, mariposas, luciérnagas, un cielo repleto de estrellas y hasta un imponente mar... ¿Encontrará lo qué está buscando? Demonios, ¿qué será lo está buscando? Pues no lo sabremos hasta que no lleguemos, como el protagonista, al final. En nuestro caso del libro, en el suyo del viaje.
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