(…) Sintió que ella estaba llamando a las puertas de su corazón. No hacía falta. Se habían abierto ya. |
(…) Sintió que ella estaba llamando a las puertas de su corazón. No hacía falta. Se habían abierto ya. |
Pero lo que importaba no eran los miedos y las carencias que hubieran marcado sus vidas en el pasado. Lo importante era lo que hicieran a partir de ese instante.
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A veces me pregunto qué parte de mis ideas son propias y qué parte ha sido instalada en mi cerebro a base de vallas publicitarias, anuncios de tele, radio, internet...
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(…) dijiste que ningún hombre te había hecho daño. Eva ladeó la cabeza. —Pues perdona que te diga, pero deducir de eso que soy bollera es tener una mente muy imaginativa. Él la miró con desconfianza. —¿No lo eres? Eva se encogió de hombros. —Adoro los donetes, pero esos son los únicos bollos que me como. |
Eduardo alzó una ceja y ella le señaló a su espalda con la barbilla. —No me jodas —murmuró Eduardo. «Porque no querrás». —Eva abrió mucho los ojos—. «No lo he dicho en voz alta, ¿verdad? ¿VERDAD?» |
«Tres meses encerrada con un tipo demasiado guapo para mi salud mental, que no puede disimular que no le hace ninguna gracia trabajar conmigo, pero que cuando tiene un culo delante, se le van los ojos. ¿Qué podría salir mal?»
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Edu alzó una ceja y al cabo de un momento alargó la mano. —¿Que gane el mejor? Eva dudó unos instantes, pero luego se la estrechó con decisión. —Vale, pero te advierto desde ya que va a ser LA mejor y no el mejor. Él le acarició la parte interna de la muñeca con el meñique y Eva sintió que una descarga eléctrica la recorría de arriba abajo. —Pórtate bien, Eva, que vamos a tener que pasar muchas horas juntos a partir de ahora. —Edu no pudo resistir la tentación de provocarla antes de salir de la sala. Eva lo siguió y se dirigió a su mesa, tratando de disimular el estremecimiento que le había producido. A medio camino, él se detuvo y la miró por encima del hombro. En el brillo de su mirada había pasión, eso era innegable, pero ¿se trataba solo de pasión por la tecnología? —Yo siempre me porto bien —replicó, tratando de sonar como una tipa dura y fracasando estrepitosamente—. Pórtate bien tú. Él se echó a reír. |
Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"