La biblioteca de París

Enfrentarse a una historia ambientada en la II Guerra Mundial siempre es un trago difícil.
Son novelas que nos traen testimonios reales o ficticios que nos recuerdan hasta dónde es capaz de llegar la peor versión del ser humano.

La biblioteca de París no le da la espalda a la dureza de esa guerra pero, dejando de lado la parte más escabrosa, gira en torno a los sentimientos.

Nuestras emociones nos elevan, nos estrujan, sacan lo mejor de nosotros y otras veces lo peor (especialmente en contextos como en el que se desarrolla esta historia).

Esta novela habla de la delgada línea entre el bien y el mal, de supervivencia, de lealtades y, sobre todo, del amor por los libros.

La Biblioteca Americana de París, donde se desarrolla esta trama, existe realmente y tiene un pasado de resistencia y protección al tesoro que conserva: los libros. Y Janet Skeslien, inspirada en la labor que su personal llevó a cabo entonces, escribe una novela con dos hilos temporales que homenajea la perseverancia y valentía de todos ellos.

Una novela de personajes en la que todos y cada uno de ellos presenta aristas, sombras... que los humaniza y hace verosímiles. Su evolución y la de sus relaciones es uno de los puntos que más me ha gustado de esta historia junto con el protagonismo que tienen los libros como transmisores de cultura, herramienta para evadirse y objetos de valor en sí mismos.


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