Un viejo que leía novelas de amor

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Dentro de este vergel eterno con su río (el más largo del mundo gracias a un reciente afluente) se encuentra un pueblecito llamado El Idilio, donde pasa sus días Antonio José Bolívar Proaño. Amigo de los indígenas de la zona llamados shuar, ha conocido a la Selva y a sus leyes gracias a ellos y sabe lo importante que es respetarla y amarla. Curiosamente, es una persona a la que le gusta leer, en concreto, novelas de amor, de las buenas, de las que hacen sufrir que se las trae el dentista Rubicundo Loachamín dos veces al año.

Los forasteros también paran en este lugar y no son tan empáticos y comprensivos como Bolívar con la naturaleza. Pronto vienen las consecuencias y decididos a cazar a una bestia con ganas de venganza piden ayuda a Proaño. ¿Será capaz nuestro protagonista de solucionar este problema?
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Con una narrativa muy cuidada, cariñosa, que aprecia el entorno y con una forma de narrar semejante a la de un cuento, Luis Sepúlveda nos deja con Un viejo que leía novelas de amor una de las historias más bonitas de aprecio a lo que tenemos y con una enseñanza que calará hondo en vosotros.

Tiene peli cuyo cartel aparece en la portada de algunos libros (incluido el mio) y que puede que sea la que más me gusta.🌿
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