Me da que soy una encrucijada. Un puente, una equilibrista, alguien que siempre está en vilo y a la vez no lo está. Al final no soy más que mi propia historia. Soy yo y mis pies.
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Me da que soy una encrucijada. Un puente, una equilibrista, alguien que siempre está en vilo y a la vez no lo está. Al final no soy más que mi propia historia. Soy yo y mis pies.
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Gracias a la maestra, comprendí por primera vez la fuerza de las palabras, comprendí que quien habla o escribe bien difícilmente estará solo.
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La escuela colonial nos provocaba tantas dudas como heridas.
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“Una persona está viva cada vez que alguien la recuerda”.
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La guerra es como un conocido molesto y vulgar de quien no queremos saber nada, pero ahí sigue, sin despegarse de nosotros, invadiéndonos sin bienvenida, vaciándonos la nevera y el alma.
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[…] la guerra me tiene atada a sus horrores.
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Una leyenda mexicana afirma que la casa es el lugar donde se entierran los cordones umbilicales que nos alimentaron antes de nacer.
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Una persona está viva cada vez que alguien la recuerda.
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Los niños se acuerdan de todo, lo intuyen en el ambiente, no es posible ocultarles las cosas.
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Nunca somos simplemente negros o blancos, sino el fruto de un encuentro o un desencuentro.
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¿Con qué frase empieza esta novela?