Melilla sin alambradas

Una voz cayó y era el poeta quien, retrasado por la carrera de las alondras, recogió el mensaje y lo cantó.

Las estrellas ya solo nos escoltan ahora;
El incesante canto de la arena que se pega a los poros
Rasca la piel, los ojos, la nariz.
Noche y día
El ser empequeñece ante la rudeza de los elementos Como si todo lo bueno que puede suceder
Viniera del interior.

Por eso, durante horas y horas,
Racimos de hombres, de mujeres, de adolescentes Oscilaban entre dos mundos, el mundo en que vivían y en el que esperaban.

Sabemos que los africanos corrían por los olivares,
Entre el cereal, buscándose la vida,
Agotándose para poder existir como hombres que eran.