La dama del lago

"No sólo no volveré por estos lares, sino que dejaré de actuar del todo como brujo. Nunca más mataré a ninguno de vosotros."

Fin del séptimo libro. Fin de una saga. Una de las más importantes renovadoras del género de fantasía épica moderna, plagada de personajes grabados en nuestra memoria. Como he comentado en reseñas anteriores, no es sencillo plantear una opinión de forma individual, muchas aventuras a sus espaldas para entender un solo volumen que lo cierra todo. Sensaciones agridulces, de despedida pero también de satisfacción el habernos adentrado en el mundo de Sapkowski.

Para todo lector ya embarcado aquí es bien sabido de la peculiar técnica narrativa del autor polaco, curiosamente, pese a unos primeros trazos calmados he devorado los dos volúmenes de la edición española en pocos días. La torre de la golondrina se transformaba en el culmen de viajes espacio-temporales que tanto a abundan, los diálogos saltan como una liebre entre distintos personajes activos en la primera línea de fuego, con la acidez y sarcasmo reconocidos, que derivan en una batalla épica.

El egoísmo del norte y las facciones del Continente llegan a su fin de forma satisfactoria para los amantes de esta saga. Puede que la última parte del libro caiga demasiado en el sosiego, lejos del rock and roll habitual, aunque sospecho que la mayoría de lectores quedarán complacidos. Sapkowski nos agasaja con gran riqueza literaria, desarrollo de personajes, descripción de espacios y escenarios fantásticos. Sus partes de tensión y batallas creo que son lo más destacable, no solo de la dama del lago, sino de toda la serie.

La dama del lago solo es una última parte de un conjunto uniforme. Una trama política, integrada en el contexto y devastación de la guerra, el egoísmo gubernamental y magia, pura magia adulta y seria. Personajes que sentimos muy cercanos perdimos o dejamos atrás, pero siempre en nuestro recuerdo. Es una saga larga pero muy recomendable para todo el que le guste las novelas de fantasía medieval.