Estelar

Me ha gustado mucho más que el primero, y me ha dejado con unas ganas tremendas del siguiente.

En esta ocasión, el escenario cambia de planeta, añade personajes y eso incluye también nuevos líos para Spensa. Me ha gustado ver que no todo era como se pensaba en el primer libro, yo por mi parte no me imaginaba a los Krells así, y mucho menos, que el lugar en el que habitaban fuera Estelar.

De este libro, me gustaría resaltar las diferentes formas de gobierno que hay entre las diferentes especies, ya que son muy distintas entre sí. Aunque si hay una que destaca es la que tienen en Estelar, donde se promueve el ser pacífico y la democracia, aunque choca un poco con su forma de mantener a raya a la "plaga humana" en Detritus.

Aunque si hay algo más importante que los escenarios en este libro de espionaje, son los diferentes personajes que va conociendo Spensa a lo largo de su misión, empezando por Cuna y Winzik, que fueron quienes le dieron la bienvenida al lugar como Alanik.

Cuna es le encargade de la integración de especies es Estelar, y aunque todo lo hace con ese fin, hay momentos en los que desconfiaba de su comportamiento, ya que desconfiaba de Winzik pero no infundía confianza en Spensa.

Winzik, por su parte, es el encargado de la defensa de Estelar y la contención de los humanos en Detritus. de primeras no me cayó muy bien, ya por el mero hecho de ser el que estaba detrás de los ataques al planeta de Spensa no se ganó una buena primera impresión, pero luego, a medida que avanzaba el libro, la idea que tenía del personaje no era mucho mejor, ya que siempre trataba de quitar importancia a cosas que eran muy graves con su famoso "Caramba, caramba".

Ahora que conocemos a los dos políticos más importantes, que mejor que ahora hablar de Brade, la humana que obedece a Winzik con una lealtad inquebrantable y por la que he sentido desconfianza y odio a partes iguales. El caso es que al principio piensas, estará cohibida porque todos detestan a los humanos y por eso se porta así, pero luego descubres que no, que ella simplemente es así.

Bueno, no a todos los personajes los odié, a Hesho, Vapor y Morriumur los he cogido un cierto cariño, ya que se han portado bien con Spensa, además, ¿quién podría odiar a Hesho? Es todo un poeta y es adorable físicamente (su especie es como zorritos en miniatura).

Vapor, en cambio, no os puedo decir como es físicamente, ya que no se puede ver, es más como un olor capaz de infiltrase donde quiera, sobrevivir en el espacio sin la necesidad de oxígeno y hackear cualquier nave.

Y en cuanto a Morriumur, es un croquis de le dione, un proyecto de hijo de dos diones. Es un poco raro de entender esta raza, pero puede ser de utilidad, ya que conserva los recuerdos de sus progenitores y lo puede aplicar al día a día.

Si habéis llegado hasta aquí os estaréis preguntando, ¿y que ha pasado con M-Bot? Pues M-Bot ha vuelto a ser el apoyo incondicional de Spensa durante todo este libro. Además, su IA ha evolucionado y cada vez parece más una persona. Sus hologramas han sido clave en todo el libro, y el que fuera capaz de acceder a toda la información que tenía la Supremacía ha sido de lo más práctico, aunque luego Spensa terminara dando su toque a su personaje, en este libro ha tenido mucho más en cuenta las sugerencias de M-Bot.

Ya para finalizar, como he comentado al inicio de la reseña, el libro me ha encantado, y me ha dejado con muchas ganas de empezar el siguiente libro de esta saga.
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