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Crítica de Dyalia


Dyalia
23 May 2023
La primera vez que leí una reseña de este libro sentí rechazo y agobio porque lo que más se destacaba era la trama: densa, politiqueo, reinos en potencial peligro y una trama religiosa que trataba el tema de la fe. Adoro la fantasía, pero lo que me gusta son las aventuras que puedan vivir los protagonistas, no la cara más "aburrida" de los mundos que crean los autores. Por eso han pasado años antes de animarme con esta historia y, una vez me he asomado un poquito a este mundo, he descubierto con sorpresa que lo importante no es la trama, sino sus protagonistas y sus vidas, sus problemas y la forma de resolverlos dentro de la trama, no al revés. Y qué preciosos protagonistas me ha regalado este libro: tan humanos y poco fantasiosos, aunque estén rodeados de magia.

La narración cuenta con tres perspectivas: Sarene, la princesa teoisa que llegó a Arelon para casarse con su prometido y descubrir al desembarcar que éste acababa de morir y, antes de casarse, ya había quedado viuda; Raoden, el príncipe supuestamente muerto, llevado por el Shaod, la enfermedad que convierte a las personas en muertos en vida, y recluido en Elantris, la ciudad que una vez contuvo a dioses y ahora es el lugar donde destierran a esos zombies con manchas que podrían haber sido magia pura una década atrás; y Hrathen, un sacerdote enviado a convertir los dos últimos reinos que se resisten a su religión, pero perdido en lo que a su fe atañe.

Los tres son maravillosos porque no solo son príncipes y sacerdotes, no solo son el papel que tienen en el mundo creado por Sanderson, sino que, por encima de todo, son personajes que parecen salir del papel para convertirse en personas con todas sus aristas. Los tres dudan de sí mismos en ocasiones, los tres tienen miedos, los tres se encariñan y también temen por lo que quieren proteger; los tres son humanos con un papel en su vida al que se aferran con una personalidad de hierro, pero a través de la que también se transfiere su personalidad vulnerable y necesitada de suturas como cualquier ser humano. No son los héroes fantasiosos que con todo pueden sin dudas ni miedos, o... mejor dicho, sí que son esos héroes, pero también tienen una cara más personal y privada, esa que no dejan que los demás vean porque piensan que les hace débiles, aunque lo que les hace es más queridos para el lector.

Si tuviera que quedarme con uno, sería Raoden. Achispado y divertido, pero también líder y un apoyo estable como una roca. Tiene todas esas características que lo envuelven en una personalidad decidida y llena de valor, mientras que por otra parte se muestra la cara interna y llena de cariño a los que le importan. Y el segundo... sorprendentemente, sería Hrathen, aunque no puedo decir mucho porque es la clase de personaje escurridizo que no conoces y odias, hasta que de pronto comprendes. Sarene no se queda atrás, es suspicaz, fuerte y llena de decisión, también asustada por no ser suficiente, aunque ni siquiera sabe para quién necesita ser suficiente y tiene miedo de fallar a los demás, sin ser consciente de que se está fallando a sí misma en el proceso.

Algo que me ha sorprendido muchísimo es el estilo tan ligero de Sanderson. Siempre había oído hablar que su fantasía es densa y pesada, que hay que tener la mente despejada para poder ir enredándote en el intrincado mundo que ha ido creando con el Cosmere, pero quizás por ser el primer libro publicado o por tener un tinte más de historia única (aunque en el futuro vaya a haber al menos una secuela), me ha parecido que tiene el equilibrio perfecto entre las descripciones del mundo, de la magia, de los personajes y de los diálogos para ir introduciendo al lector poco a poco y sin abrumar. Este mundo no está tan lleno de detalles como pensaba que sería, está más concentrado en lo que Elantris esconde y lo que descubren los que no lo vieron brillar en su máximo esplendor. Es como si los protagonistas y el lector fuesen descubriendo toda la magia que hay escondida a la vez, dejando un camino sencillo, pero a la vez superficial.

Me ha gustado mucho el sistema de magia a través de los aones y cómo Sanderson explica al final que se basó en los caracteres chinos y japoneses, pero justamente al ser una magia derivada de dibujos, en ocasiones me ha resultado un poco confusa. Además, a pesar de que se hayan ido descubriendo algunas cosas y, en el desenlace, varios giros argumentales han dado respuesta a muchas incógnitas, aún me han quedado varias dudas y aspectos que no se terminan de concretar ni de dar respuesta. Cosas que pasan y parece que se explican, pero se quedan a deber. No sé si es porque pretende escribir más sobre este mundo o que futuros relatos van a ir desmigajando algo más de esta historia, pero con solo este libro me ha sabido a poco.

También los personajes secundarios. Los protagonistas están muy bien caracterizados y tienen una personalidad muy redonda, no así los que los rodean. He conectado bastante con algunos de los elantrinos que conviven con Raoden, quizás justo por eso ha sido mi personaje favorito; pero si salgo de ese círculo y pienso en los que han rodeado a Sarene, se me queda muuuuy corto, sí que nos cuentan aspectos del pasado de cada uno, de lo que importan en la vida de la protagonista, de lo que aportan y viven en sus vidas cotidianas, pero no he conectado con apenas ninguno. A algunos se les coge cariño, pero al final me han resultado bastante irrelevantes y, algunos otros, ni siquiera he entendido por qué darles tanta relevancia en un inicio si luego se han esfumado entre la bruma de fondo.

De todas formas y como deja ver la puntuación final, ha sido un libro que he disfrutado mucho, me he ido bebiendo poquito a poco y me ha encantado conocer la pluma de Sanderson y dar un paso para ir conociendo el Cosmere. Estoy deseando irme con la primera era de Nacidos de la bruma.
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