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Las últimas palabras del Lord Legislador anunciaron que el peor enemigo no era el Imperio Final, sino algo mucho más complejo que este contenía. ¿Se trataría de un farol? ¿De una amenaza vacía? Tiempo después Vin sigue reflexionando al respecto, temerosa de haber condenado al pueblo al que quiso rescatar a algo desconocido e inmenso. La caída del régimen anterior no sólo tiene implicaciones a nivel místico en el plano comentado, sino que también influye en el terreno político y religioso. Un nuevo gobierno debe crearse y mantenerse, y no será tarea fácil. En este libro Sanderson profundiza en los entramados de la corte, haciendo una fantasía (como es característico en el autor) muy humana en la que magia, política y religión tienen el mismo peso. El desarrollo es algo más lento que en El imperio final puesto que el nuevo sistema político debe asentarse y también deben hacerlo los personajes, quienes tras la pérdida del Superviviente han de encontrar su destino por sí mismos, aunque la esperanza empiece a decaer al encontrarse perdidos en un mundo que ya no reconocen como propio. De nuevo, debo destacar el increíble desarrollo de los personajes, no son los mismos que encontrábamos en la primera entrega de la trilogía, pero tampoco lo serán al final de la novela. Su crecimiento es realista, fiel y continuo. Es difícil comentar mucho más sin adentrarme en la trama. El autor tiene la habilidad de ir revelando poco a poco pistas que en el momento idóneo se convertirán en un giro de acontecimientos brutal, y no quiero que con mis palabras se pierda este encanto tan propio de su estilo. Es un libro para sumergirse a ciegas, sin saber qué podremos encontrar, para disfrutar y dejarse llevar. |
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