Cuando estaba leyendo este libro, a veces me preguntaba si lo tendría que haber leído con la misma edad, o aproximada, que su protagonista para encontrarle más sentido. Como persona adulta, no deja de ser una "travesura" de un adolescente de 16 años que no sabe qué hacer con su vida. Es la edad conflictiva. Es posible que durante los días que anda solo por Nueva York y padece las experiencias que ya sabemos le ocurren dos cosas: descubre el mundo de los adultos y le sirve al mismo tiempo para descubrir que quiere hacer, a que le gustaría dedicarse. El final, sobre todo, me gusta. Es muy tierno.
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