Aprender a ser salvajes: Cómo las culturas animales crían familias, crean belleza y consiguen la paz

Carl Safina es un ecólogo y divulgador científico, que a través de sus escritos sabe trasmitir eficazmente la necesidad de conservar la vida que nos rodea. Cada animal puede enseñarnos un ejemplo de cómo vivir en este planeta que compartimos con seres extraordinarios aunque actuemos como si solo fuera nuestro. Y si el ser humano tiene alguna sensación de exclusividad acerca de la cultura, en "Aprender a ser salvajes", el autor nos ofrece sobrados ejemplos de otros mamíferos como el cachalote o el chimpancé, o incluso aves como el guacamayo rojo, que también transmiten su herencia cultural de generación en generación.

Aunque es difícil definir el concepto de cultura (igual que ocurre con el arte), sí podemos llegar a un cierto acuerdo respecto a lo que se puede considerar cultura o no. Si lo hace todo el mundo (comer, por ejemplo), no es cultura. Si es una costumbre o práctica de un grupo en concreto (mallorquines en Semana Santa haciendo crespells, mis galletas favoritas), sí es cultura. Los guacamayos, los chimpancés o los cachalotes jóvenes aprenden a vivir en sociedad siguiendo el ejemplo de los adultos, de los que reciben su cultura; les necesitan para estudiar cómo sobrevivir en su hábitat, para aprender a ser salvajes. Y existe una enorme biodiversidad cultural en muchas otras especies. No todas las aves canoras de una misma especie cantan igual, por ejemplo; existen dialectos locales.

El libro tiene momentos que conmocionan. Por ejemplo, cuando después de mostrarnos la vida familiar de los cachalotes, resume cómo fue la caza y casi exterminio de ballenas desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Con este y otros ejemplos, la obra se suma a las potentes voces que ruegan encontrar la forma de que no se pierdan vidas valiosas, las de los animales que nos rodean, que aunque quizás no lo parezca, no son tan distintos a nosotros.