Sin embargo, Abdón se derrumba sobre el asiento. Sabe que, con ese último abrazo, se ha despedido también de su primera juventud, de aquella primera mirada suya hacia un mundo nuevo. Sabe que todo aquel pasado se borrará próximamente de su memoria y que, con la marcha de Óscar, se marchan también sus recuerdos para siempre. Mientras ve caminar a su amigo descubre igualmente que ya ha olvidado su nombre. [...]
-Lo terrible no es olvidar el nombre de las personas. Lo terrible es olvidar su significado.