El mal hijo

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He devorado esta novela que acaba de salir. Rubén, el niño protagonista, ya forma parte de mi particular e imaginario hogar protector y guardián de niños que han sufrido y/o sufren mucho. Más que mucho, demasiado. Los voy sacando de los libros y los guardo y cuido ahí (lo sé, lo mismo necesito un psicoanalista de verdad…).

¿Y la abuela Pascuala, dónde la dejamos? No la puedo querer más. Representa (para mí) a toda una generación de mujeres como mi madre, de las que ya quedan pocas. Están (aún en presente) hechas de otra pasta. Pueden con todo, por mucho horror y/o sufrimiento que hayan soportado (y/o soporten), y ahí siguen. Aunque doloridas, más erguidas que tú o que yo. No había tiempo para pensar, me dice tantas veces mi madre. Y así es la Pascuala, hace y actúa. No le queda otra. Y yo la adoro.

El libro se lee en nada, por como está contado, y lo he disfrutado un montón. Retrata muy bien una determinada lacra de nuestra sociedad, y a una familia de lo más desestructurada pero muy real, girando todo en torno a una atmósfera general muy asfixiante. Una delicia para mí 😂.
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¿Qué encontraréis en este libro? Un pellizco en el corazón, entre tanta miseria y dolor.
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Erratas encontradas: 7 (🤦 ¡psicoanalista ven a mí!).
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FRASES SUBRAYADAS:
&#xNaN«Siempre había pensado en mi abuela como una mujer feliz. de hecho, nunca había caído en la cuenta de que alguien podía no serlo».
&#xNaN«[…] me asustó descubrirlo, porque me pareció ver de pronto todas las cosas horribles que hay en el mundo y que, hasta ese momento, por yo qué sé qué, no había visto».
&#xNaN«[…] a lo mejor eso de la felicidad era cosa de la sangre, que se transmitía de padre a hijos, que era una herencia».
&#xNaN«Qué cosas. Con once años uno va corriendo a todos sitios. Vete a saber por qué».
&#xNaN«He visto monstruos en todas partes, escondidos bajo la carne y el luto, tras las ventanas cerradas y el calor de la casa. La tristeza, eso».
&#xNaN«Me gusta pensar que fui concebido en alguna playa de Almería. Que soy un niño de sal. de arena. Un niño del agua».
&#xNaN«Siempre he sido más de sentir que de pensar».
&#xNaN«Las mujeres no deberían ser calvas. Un hombre puede suplir el pelo de arriba con la barba. Pero una mujer sin pelo es algo tan triste que dan ganas de llorar».
&#xNaN«[…] yo siempre he sido callado, de escuchar más que de hablar, de observar […]».
&#xNaN«Mi abuela me demostró que era una mujer inteligente, porque hizo como que no había oído nada de lo que se había dicho».
&#xNaN«En un futuro alguien encontrará ese álbum. Lo abrirá y descubrirá a una familia. de mí no habrá nada».
&#xNaN«Yo no tengo ni idea de cantar. Pero esa tarde canté. Me salió de ahí. del alma. le canté a mi padre una canción de la que apenas me acordaba, pero que me vino a la mente […]».
&#xNaN«Uno tiene que encontrar algo con que matar el tiempo, y en casa de mi abuela había mucho tiempo que matar y poco con lo que hacerlo».
&#xNaN«A mí, los cumpleaños me revientan. Me ponen triste. No sabría explicar muy bien por qué, pero siempre tengo la sensación de que se pierde más que se gana».
&#xNaN«A mí lo de rezar nunca me ha hecho sentir muy cómodo porque me da la sensación de que si Dios de verdad me está escuchando, no sé por qué demonios se va a parar a hacerle caso a alguien como yo».
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LIBROS ANOTADOS: «La casa de Bernarda Alba» (Lorca); «El tiempo es un canalla» (Jennifer Egan); «Abducciones» (Pablo Remón); «Caídos del cielo» (Ray Loriga); «Agua salada» (Charles Simmons).
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Lectura para 5 de los #24retosdelectura:
4.- La portada tiene solo dos colores (sin el título)
11.- Con puerta o ventana en la portada
14.- Toda una vida (real o ficticia)
22.- Familia en el título
24.- Novedad 2024
Y, además, completo otro de los bonus de este año del #24retosdelectura: 4 autores diferentes.
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#LeoYComparto #bookish #DimeUnLibro #bookaholic #booklover #instalibros #bookworm #bookstagram #Espasa #EspasaEditorial #Libros #BlogLoQueLeo #MisLecturas
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#ElMalHijo @espasaeditorial @ssmolina92

"El mal hijo"


Enero 2024

Siento el calor asfixiante, de ese que no te deja casi respirar; gotas de sudor caen por mi espalda y las chicharras aprueban con su canto mi silencio. A un tiempo el olor a la fertilidad del campo , la exuberancia de la Huerta murciana, al limón recién arrancado, al melocotón que sabe a gloria entran en mi salón avasallando.

¿ Pensabais que me había ido de viaje? En cierto modo es así; leo #elmalhijo y me he transportado a la Huerta murciana. Huerta con mayúscula porque ella es en sí un personaje más como un yin y un yan, para bien y para mal. Y aquí nos sitúa el autor nada más empezar a leer para que lo tengamos claro desde el inicio.

La búsqueda de la felicidad de una forma diferente a lo que se espera . Esta historia me ha llevado a muchas reflexiones que os dejo por aquí. ¿ Un entorno complicado te aparta de la felicidad? ¿ La felicidad se hereda? ¿ Y su falta?

" Cuando vives abajo del todo tienes la sensación de estar abandonado"

Me he encontrado con personajes que están esperando algo que nunca llega hasta que deciden actuar para llegar a ese algo.

Tengo mi casa llena de fotografías pero me he dado cuenta que son todas de hace tiempo, las actuales están en el móvil, he impreso alguna pero ..... ¿ Y si esos recuerdos digitales desaparecieran? ¿ Y si algunos de mis seres queridos no tuvieran ningún instantánea? ¿ Cómo se sentirían?

Reconozco que esta premisa me ha causado una angustia enorme.

"Yo quería estructurar el libro como si fuera un álbum de fotos" ( Salvador A. Molina)

¿Qué tiene que pasar por la mente de una madre para encerrar/ raptar a su hijo? ¿ Podría, según los motivos, considerarse un acto de amor?

Una novela dura pero a un tiempo de esas que te repara el alma en algún modo.

El tema de la emigración está muy presente en esta historia y no podría ser de otra forma estando localizada en una zona candente pero rompiendo una lanza en contra de los estereotipos con un personaje como Juver.

Una novela que me ha traído a la mente a mí queridísimo Miguel Delibes ¡ Cosas mías!



#lectobelen

Hay libros que llegan a tu vida para nutrirte, para entregarte lo mejor de la literatura. Cuando, además, retrata vivencias, personas y hechos cercanos en el tiempo, aquellos en los que puedes pararte a pensar qué hacía yo por aquella época, la sensación que genera la lectura es tan intimista y personal que te sientes parte de la historia; esto me sucedió con “El mal hijo”.

Salvador nos traslada de un plumazo a la España rural de los años 90, a un pueblo de Murcia, de vocación y menesteres agrarios y con la atmósfera de la pobreza y la supervivencia más cruda como telón de fondo. La historia está protagonizada por Rubén, un chico en plena niñez que por avatares de una desaparición acaba siendo acogido por su abuela. Rubén es un niño con dos familias, con dos sangres distintas (como él mismo dice) mitad payo, mitad gitano y que descubrirá, de manos de su abuela, la historia que esconde la vida de su padre y las renuncias, sufrimientos y luchas que acumula en sus espaldas esa mujer espartana e incansable.

Es obligatorio mencionar la capacidad para describir la ambientación por parte del autor, no solo de lugares y hechos, sino también del tiempo, tan complicado de reflejar entre palabras. El lector se siente inmerso a la vera de Rubén, sintiendo lo que siente y sufriendo lo que sufre. Cabe destacar también el maravilloso juego literario de sensaciones que se perciben, salpicadas de humor negro, donde a pesar del racismo, las drogas, la miseria más absoluta, de lo deprimido de la vida diaria, al final terminas con un buen sabor de boca. La caracterización de los personajes es inmejorable y los hechos descritos son de una verosimilitud incuestionable. 

En definitiva, una novela de realidad social que marca un antes y un después en su lectura, que nos sujeta al sillón hasta terminarla y que nos reconcilia con la literatura de una vez para siempre. En mi opinión, una lectura reconfortante.

He visto muchas cosas en este libro. He visto un niño herido que trata de entender el mundo y su propia existencia, una madre que está dispuesta a todo por proteger y cuidar, a un padre que es a su vez un niño herido y que hace lo que puede, a una madre que no sabe cómo serlo... He visto muchos hijos, padres y madres, individuos que luchan por salvarse de sí mismos y de lo que la sociedad les ha dicho que deben ser.

El autor ha conseguido una narración clara y fluida, haciendo que el protagonista, Rubén, sea un niño que nos permite ver el mundo a través de sus ojos (unos ojos tan grandes y una piel tan sensible, que, aunque está narrado en primera persona, sentimos y vemos a los otros personajes como si también nos contaran parte de la historia). La prosa se une a la naturalidad del lenguaje y a la capacidad hermosa que tienen los niños de hacerse preguntas y tener la valentía para formularlas.

Me ha encantado la profunda carga social que tiene el libro, así como el trasfondo de cada personaje (y no ha sido necesario contar largas historias sobre cada uno, sino que Salvador sabe qué contar y cómo hacerlo para que entendamos de dónde viene cada personaje y hacia dónde va). Me parece tan importante hablar sin tapujos de la importancia de la carga social que existe en determinados contextos y lo que esta condiciona para el resto del camino... muchas personas están condenadas con una cruz que la sociedad ha decidido colocarles por el simple placer de hacerlo.

Si bien no es un libro largo, la historia que se cuenta da la sensación de profunda y completa, no tenemos un principio ni tampoco un verdadero final, estamos hablando de un pedacito de vida que Rubén comparte con nosotras y es eso lo que sentimos: que estamos mirando a través de su ventana y nos preguntamos, como él en alguna ocasión, por qué no llueve.

No queda claro quién es el mal hijo de la historia y supongo que poco importa. Todos los hijos descritos en este libro sienten que han sido malos. Creo que todos los padres y madres, también. Sin embargo, lo realmente importante es que seamos quienes seamos y sea lo que sea que hayamos hecho, todos deseamos lo mismo: que el mundo no se olvide de nuestra existencia.

Una familia desestructurada, personajes con muchas carencias personales y emocionales, vidas tan crudas que podrían perfectamente ser ciertas. Y, en medio de todo, Rubén, un niño sin fotos y con miedo a que algún día nadie le recuerde.

Un libro que se lee sin apenas darse uno cuenta, con un lenguaje próximo y una narración fluida.

Me ha encantado como, el autor, transmite a la perfección ese bochorno, la sequía y el calor asfixiante de la huerta Murciana. Todo ello contribuyendo de forma exquisita a adentrarnos en ese panorama desolador, asfixiante, de pobreza y sin esperanza que rodea a Rubén, nuestro protagonista.

Rubén es un niño de 10 años que nos permite mirar al mundo con sus ojos y que se hace preguntas que te llevarán a la reflexión.
Acompañado de Pascuala, una mujer (madre, esposa y abuela) de las que cada vez quedan menos. Una señora con todas las letras. Ella mueve cielo y tierra, lucha contra todo, haciendo lo imposible para soportar desgracias y dar la espalda al sufrimiento, para tratar de hacer la vida un poco más soportable y menos hostil.

Resumiendo, una historia tan real que cala hondo y te deja pensando en las realidades sociales que nos pueden tocar vivir.
Una historia de esas que se quedan dando tumbos en la mente y te hacen pensar en la necesidad de algunas personas de crecer a pasos forzados, de luchar continuamente por sobrevivir. Y, porqué no, te hacen pensar en lo afortunados que podemos llegar a ser leyendo esta historia des de fuera, y no viviéndola.