La maldición del ganador

Kestrel tendrá que elegir entre si unirse al ejército o casarse cuando cumpla los veinte años, al igual que todas las jóvenes de su edad. al ser la hija del general, ha sido educada desde pequeña en el arte de la guerra, teniendo su padre la esperanza de que se decante por la primera opción. Ella forma parte de una sociedad gobernada por los valorianos, quienes disfrutan de todas las comodidades, mientras que los herraníes solo llegan a ser esclavos.
Tengo que decir que el principio no me pareció adecuado, porque hay varias cosas muy poco realistas. No entiendo bien por qué Kestrel compra al esclavo, de hecho ni ella tiene ni idea, ni mucho menos por qué los días posteriores pasa de él como del agua sucia, sin asignarle ninguna tarea y dejándolo en el olvido. Encima sabiendo que el chico es un buen herrero, lo cual es difícil de encontrar, cosa que tampoco veo lógica porque nos encontramos en una sociedad donde el ámbito militar es muy importante y el combate con espada está a la orden del día. Pero ella no lo compra por eso, sino porque... ¿canta? ¿En serio? ¿Y de qué te sirve que cante? Que ni siquiera lo escucha cantar en la subasta por cierto. Tampoco me creo que a ella le llame la atención la mirada de desprecio que él le lanza y se quede tan apenada. Vamos a ver, eres la hija del general, tienes un montón de esclavos. Es prácticamente imposible que ninguno te haya mirado mal más de una vez y que no te desprecie. Así que bueno, el comienzo de la lectura no es que fuera brillante, pero luego mejora.
Los personajes me han gustado mucho. Kestrel es decidida, fuerte y muy inteligente, no trata con desprecio a los esclavos y tampoco se las da de subidita. Simplemente se limita al entrenamiento militar y a tocar el piano. Me ha encantado su pasión por tocar este instrumento, la forma en que transmitía su pasión y sentimientos a través de las teclas. Me lo imaginaba a la perfección, admiro mucho cuando se consigue eso. Kestrel se deja llevar por la música, transmitiendo así lo que las palabras no pueden. Es cierto que a veces me ponía nerviosa porque no reaccionaba al comportamiento grosero de Arin, sino que se quedaba callada, mirándolo o intentando aclarar lo que sentía en ese momento. A mí un tío me habla así y le digo cuatro cosas bien dichas. Y más considerando que es su esclavo, digo yo que tendrás que hacerte respetar, ¿no, Kestrel? Arin es el esclavo que Kestrel compra, y tiene un carácter peculiar. Es valiente e incluso tiene una pizca de dulzura que deja salir de vez en cuando a la luz. Arin tiene un motivo oculto para estar en la casa del general, por lo que tiene algo que esconder. Aquí viene lo que no me convence: Si quiere pasar desapercibido, ¿por qué tiene que dar la nota cada dos por tres? Contesta mal, actúa con rebeldía y es bastante borde. A mí esa no me parece la mejor técnica para no destacar, todo sea dicho.
La situación de los personajes y sus decisiones me hicieron sufrir bastante. No solo porque ellos lo pasaran mal en algunos momentos, sino que entendía a los dos por igual. Comprendía las razones de ambos para hacer lo que hacían, las traiciones... Todo lo doloroso, y es que no sabía de parte de quién ponerme, porque tanto ella como él tenían razón. Creo que la relación entre Arin y Kestrel es lo que más me ha gustado, porque es realista. A veces el amor no es lo único que importa, tristemente hay más cosas que influyen en la vida y que tal vez interfieran en ese amor.
Además, el libro engancha una barbaridad. Lo leí rapidísimo y es que quería saber cómo continuaba todo, y con el qué pasará terminé el libro casi sin darme cuenta. El final prepara el terreno para la segunda parte de la trilogía, la cual ya tengo en mi estantería.

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