Precioso homenaje a las librerías y a la profesión de la librera. Lo mejor, en mi opinión, es que no tiene envoltorio de caramelo. Cero edulcorado, con altas dosis de realidad y de ironía. Las historias de Rubiano nos meten de lleno en lo que se puede vivir en cualquier pequeña librería de barrio. Ojalá continúe escribiendo, porque lo hace muy bien. |