Llegado a cierta edad donde el gris comienza a ganarle la cabeza al negro, uno se vuelve más huraño con sus ídolos de la infancia; tanto que he creado un santuario virtual donde ellos son los dioses y cualquier nueva creación meros aspirantes que se quedan por el camino, por celo nostálgico, por tozudez e incluso por no merecerlo ( que son los menos aunque sea la excusa favorita). Lo reconozco, soy un negacionistsa de las nuevas magias literarias y sé que pronto vendrá a visitarme el fantasma de las navidades pasadas. Lo que no podía imaginar es que, custodiado por persas, cartagineses, romanos, macedonios, almohades, templarios, tercios y hasta numantinos, los muros del bunker de mi infancia tuvieran un pasadizo tan secreto, que desconocia, un andén 9 3/4 por donde Potter y cia se han colado. Por toda la escuadra. Y el portero haciendo la estatua. Rowling tiene dedos alquímicos que trasforman palabras en magia y, sobre todo, una inalcanzable capacidad de recreación de la palabra, y esta ambientación que acompaña a todo el texto, es tan tangible que lo hueles, lo tocas, lo respiras y sorprendenteme no lo cuestionas. Al contrario, lo vives, montado en una Nimbus 2000 , jugando al Quidditch persiguiendo la pelotita dorada ( soy recién llegado, me quedan nombres por aprender) sombreros seleccionadores o tableros de ajedrez con piezas endemoniadas. No me extraña que la pequeña Alice diera el visto bueno a esta novela, que quisiera más, ella no tenía bunker, ni muros, ni custodios negacionistsas y cuando todos esos prejuicios de caspa y cana desaparecen...te conviertes en Alice y regresas a tus orígenes de fantasía. No está al alcance de todos, el mérito es de la autora y sus pócimas, de ella son las ranas de chocolate y las grageas con sabor a vómito. Siento que J.k. Rowling le ha dado un escobazo en el culo a todos mis romanos. ¡Por Júpiter! Se ha dicho todo del libro, y en mi incultura potteriana he preferido contar como lo he sentido. Me siento ultrajado. Los ídolos de mi infancia están mirando de soslayo Harry y su banda. Los recién llegados. ¡Sea! |