Harry Potter y la piedra filosofal

En este libro se inicia el mundo fantástico más grande la literatura, nadie se esperaba que en un libro que no llega a las 300 páginas cupiera un universo que traspasaría de las letras a las pantallas y de las pantallas a los sueños de los niños. Harry Potter es la ilusión con la que crecimos muchos, desde 1999, J.K. Rowling nos regalo una historia infantil que adorarían desde los más pequeños a los más grandes.

Es cierto que releer el libro me ha transportado directamente a mi niñez, me ha devuelto ese momento de ilusión y las risas que me echaba sobre todo por Ron, pero para ser el primero, exceptuando la primera parte, no es un libro que me llame la atención. Diría que es de los más flojos de la saga quitando el momento del descubrimiento de Harry del mundo mágico y la llegada a Hogwarts, el misterio al que se enfrenta Harry en este libro quedan demasiadas incógnitas por resolver y es el más breve. No me acordaba lo rápido que pasaba todo en el libro.

Tengo que decir y reconocer que J.K. Rowling sabe escribir, con frases cortas y unos diálogos con una inventiva que tras haber leído todos los libros antes sabes que ya está ligando tramas futuras, te demuestra que ya tenía claro casi todo de lo que debía pasar. Lo que es absolutamente brillante. Creó un mundo difícil de explicar pero fácil de entender, es algo que le hay que reconocer.

Quizás que este libro no me haya maravillado tanto como de niña no se debe ya a mi edad, más bien a que descubrí lo que me faltaba: Dumbledore. Medio desaparecido en el libro y sólo presente en pares puntuales. Dumbledore es el personaje de las grandes frases y la filosofía y el que nos puede llenar más pasada la etapa de la niñez.
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